sábado, 31 de julio de 2010

La reciente decisión del gobierno estadounidense de prohibir la venta de bebidas gaseosas en los colegios terminó de poner la atención de los padres y las autoridades de salud en algo que ya era de conocimiento público: la incidencia de la comida chatarra en los índices de obesidad infantil y su relación con la libre disponibilidad de alimentos con alto contenido de grasas y azúcares al interior de los recintos educativos.




La medida fue consecuencia de un estudio realizado por la Universidad de Carolina del Norte, que demostró la relación de las bebidas gaseosas con la obesidad.



El impacto de la noticia llegó pronto a Chile; recientemente el diputado Girardi en conjunto con el especialista en nutrición, Ricardo Uauy y otros médicos, anunciaron en una conferencia de prensa la presentación de un proyecto de ley destinado a limitar la venta de comida chatarra al interior y en las cercanías de los colegios chilenos.



Los especialistas asocian el consumo de comida chatarra al elevado número de niños obesos en nuestro país, que estaría por sobre el 17% de la población escolar.



Entrevistada por educarchile, Juliana Kain, bioquímica y profesora asociada del INTA (Universidad de Chile), recalca que los niños prácticamente no tienen capacidad para discernir lo que es bueno o malo para su salud, desde el punto de vista nutricional, y sólo se guían por el sabor, el empaquetado y la idea que la publicidad ha instalado en torno a un producto. 'Si el niño ve el kiosco en el colegio va a ir a comprar, y es casi seguro que prefiera el chocolate al yogurt, porque está sobre estimulado por los medios' dice

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